Hagamos un minuto de silencio por ese grupo de WhatsApp de la familia que murió, por la cena de Navidad que terminó a gritos y por ese amigo de la infancia al que usted dejó de hablarle.
¿La causa de la defunción? Usted decidió convertirse en el defensor no remunerado de un político. Es el fenómeno más absurdo de nuestra era, estamos dispuestos a sacrificar relaciones reales, de carne y hueso, gente que nos ha prestado plata o nos ha cuidado cuando estábamos enfermos, para defender el honor de un señor o una señora que vive en una mansión, viaja en camioneta blindada y que, si lo viera a usted en la calle, probablemente cruzaría la acera para no tener que saludarlo.
El chiste se cuenta solo y usted es el protagonista. Lo que hace esta tragedia aún más irónica es lo que pasa tras bastidores. Mientras usted se insulta con su vecino hasta que se les brotan las venas del cuello defendiendo al «Líder A» o al «Líder B», ¿sabe qué hacen esos líderes?. Se encuentran en los cócteles del Congreso, se ríen, pactan puestos y, a veces, hasta son compadres.
La clase política es un club exclusivo, ellos entienden que la pelea es para las cámaras y para las redes sociales. Ellos facturan con la polarización, mientras usted paga la cuenta con su tranquilidad y sus afectos, usted pone los muertos, ellos ponen el brindis, convertirse en un fanático político es la forma más triste de ser un «idiota útil». Su líder no le va a ayudar a pagar el arriendo, su amigo «uribista», «petrista», «derechista» o «izquierdista», ese al que usted acaba de bloquear, es el que probablemente le ayudaría a empujar el carro si se vara.
La política es importante, pero no es más importante que la gente real. Las ideologías cambian, créame, ese político al que hoy adora, mañana lo va a decepcionar, pero los amigos y la familia son el único patrimonio real que usted tiene.
Hágase un favor: la próxima vez que sienta ganas de insultar a su tío o de romper una amistad por un debate electoral, respire profundo y recuerde una gran verdad:
Los políticos pasan, los problemas del país siguen, y usted se va a quedar solo y amargado si sigue cambiando afectos por votos. Baje el celular, abrace al que piensa distinto y deje que los políticos se defiendan solos. Para eso les pagan, y bastante bien.
#Reflexion
