Usted trabaja gratis para la Fábrica del Odio

Le tengo una pregunta financiera: ¿Cuánto le pagan cuando usted se pasa dos horas peleando en redes sociales? ¿Y cuando comparte ese titular escandaloso con el hígado en la mano? ¿O cuando no puede dejar de ver ese noticiero que le sube la tensión arterial? Seguramente, nada. De hecho, lo hace gratis. Pero no se preocupe: alguien sí está cobrando por eso. Y está cobrando muchísimo.

La paz es aburrida y no vende. En el siglo XIX, las minas extraían carbón. En el siglo XXI, las plataformas extraen atención. Y lo hacen con la misma lógica: maximizar el rendimiento, aunque el recurso (usted) termine agotado. Vivimos en la economía de la atención. Los medios, las redes y los estrategas políticos compiten por el recurso más escaso del siglo XXI: sus ojos. El problema es que la armonía, el consenso y las buenas noticias son, editorialmente hablando, un pésimo negocio. Un titular que diga “Congresistas de bandos opuestos logran acuerdo técnico sobre el presupuesto” no genera clics. Nadie lo comparte. Es aburrido. Uno que diga “¡Escándalo! El senador X humilla y destroza al senador Y en vivo” es oro puro, genera tráfico, genera comentarios, genera rating.

Los algoritmos y los directores de noticias lo saben: la indignación retiene a la audiencia más que cualquier otra emoción. Cada vez que usted se enfurece, su cerebro libera una pequeña dosis de dopamina. Se siente justo, moralmente superior, parte del bando correcto. Y, mientras tanto… alguien factura. Usted es el empleado del mes. Cada vez que comparte una noticia falsa diseñada para enfurecerlo, usted está trabajando gratis para la Fábrica del Odio. Lo mismo ocurre cuando comenta insultos en el post de un político. Usted es el engranaje que mantiene girando la rueda. Su cortisol (la hormona del estrés) es el flujo de caja de ellos. Todos hemos caído alguna vez en la trampa de responderle a una persona provocadora. También hemos intentado desmentir al influencer de turno. Y cada vez que lo hacemos, la máquina sonríe. No importa si usted tiene razón; lo importante es que siga participando.

A los políticos radicales y a los medios sensacionalistas les aterra la idea de un país tranquilo. Si se acaba la pelea, se acaba el negocio. La polarización no es una falla del sistema; es el sistema.

Cierre el grifo ¿Quiere castigar a los que envenenan el debate público? Golpéelos donde más les duele: en la billetera. Deje de consumir (porno-miseria) política. Si un medio solo vive de titulares incendiarios, deje de hacer clic. Si un “influencer” político solo vive de insultar, deje de compartirlo (incluso para criticarlo).

Su atención vale dinero, no se la regale a quienes quieren ver el mundo arder solo para vender las cenizas. Apague el fuego. No dé clic.

Publicado por Guillermo Saa M

Digo una que otra cosa.

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